Cae la nieve en fugaz melancolía
Sonidos de levísima armonía
Sobre el pueblo aplacado en la ladera
Esparcido el cristal de tu cantera
Se apodera de mí esta melodía
Que depura en lo alto la sangría
Del dolor inmortal que te lacera.
Cada copo de nieve en la ventana
Es el cántaro exento en que se encierra
La voz universal de una corchea
Que libera en el golpe su campana.
¡Quien pudiera absorber como la tierra
El preludio de estrellas que golpea!
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